DE
BARRA A “BARRAS BRAVAS”, UN CAMBIO TOTAL
El papel de la barra de un equipo
de fútbol radica en apoyar y demostrar a su equipo de preferencia su apoyo y pasión
por el deporte, pero en nuestro país en los últimos años este concepto ha
evolucionado ya que los episodios violentos que han protagonizado algunos
miembros de estas barras las ha convertido en barras bravas; generado múltiples
espacios de violencia alrededor de escenarios para construir paz como las
canchas deportivas y el fútbol.
A partir de su extensión,
este fenómeno ha generado muertes en muchos jóvenes colombianos ya que para
estos grupos sociales el futbol se ha
convertido en el espacio con el que
buscan reclamar poderío, demostrar quién es el más fuerte, exaltar la violencia
y la generación de escenarios de
vulneración a la integridad de los asistentes al espectáculo futbolístico.
El respeto hacia la vida por parte de la barra brava ha perdido su
sentido ya que la lucha por ver quién es
más fuerte ha acarreado consigo un sinnúmero de muertes; lo más triste de esta
situación es que la gran mayoría de sus participantes son jóvenes que reclaman
un espacio dentro de la sociedad que les ha sido negado.
Ellos buscan sentirse parte
de un grupo con la intención de lograr
prestigio ante la sociedad, pero el problema está en que reclaman a
través de elementos no adecuados, ese poderío ha promovido una lucha violenta
por el llamado “aguante” para ver cuál
de las barras puede más y es allí donde se hacen evidentes la violencia y
vulneración de los derechos humanos al ver al otro como un enemigo.
Resulta triste que los
jóvenes protagonicen estos incidentes, lo que sucede debido a que muchos de
ellos pertenecen a familias violentas, no
tienen acceso a una buena educación que les permita aprender a vivir con la
diferencia, no cuentan con el acceso a un buen empleo lo que genera problemas
económicos y hace que los muchachos carezcan de oportunidades para su vida encontrando
en la violencia una manera de expresar estas inconformidades.
Con base a lo anterior se
puede afirmar entonces, que el fútbol en
sí mismo no genera violencia, que lo que existe es una violencia social, sobre
todo urbana, que encuentra en la popularidad del fútbol un canal ideal para
expresar su agresividad y mostrar la realidad del país violento en el que
vivimos, pero que nos obliga a intentar buscar una salida para que no se sigan
repitiendo estos actos violentos protagonizados por jóvenes.Para finalizar hay que
entender que la solución está en la creación de espacios y oportunidades de
inclusión social, donde como jóvenes se
comprenda que la violencia no es el camino, que se debe aprender a vivir con el
otro aunque piense y sea diferente, que
el estado debe garantizar las oportunidades necesarias para que los jóvenes
tengamos un buen vivir en el que los estadios de futbol no sean el escenario
para la violencia sino para compartir en paz y armonía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario